sábado, 30 de abril de 2016

Arte

Para bien o para mal, el arte siempre ha sido considerado un lujo al alcance de muy pocos; tanto para quienes lo querían adquirir, como para los que pretendían dedicar a la producción de éste su vida. El desarrollo de reconocimiento social del valor del arte ha sido un proceso muy largo que, a mi parecer, aún no está del todo terminado. Durante este proceso, por su carácter liberal y expresivo, la práctica del arte no ha sido muy restrictiva para el género femenino; las mujeres han sido libres de pintar, diseñar y crear lo que han querido cuando tenido la oportunidad para ello. Sin embargo, como en otros sectores, la cuestión del machismo entra en escena cuando tratamos el tema del reconocimiento público del artista. Si bien las mujeres llevan “haciendo arte” desde que las primeras muestras de éste se dieron (allá por la Prehistoria), no fue hasta el siglo XVII cuando Artemisia Gentileschi ingresó en la Academia de Dibujo de Florencia, convirtiéndose así en la primera mujer artista reconocida de la historia. Cabe destacar, en casi todos los casos, la presencia de figuras masculinas junto a las grandes artistas de todos los tiempos; ya sean sus padres, sus mentores, sus hermanos o sobre todo sus parejas, al lado de cada gran mujer artista parece haber habido un hombre que la ha apoyado con más o menos éxito. En el caso de Artemisa fue su padre Orazio, en el de Mary Cassat – pintora impresionista que representó la vida de la mujer – fue su mentor Edgar Degas, y en el de Georgia O’Keeffe – expresionista y abstractista – fue su marido el fotógrafo Alfred Stieglitz. Sin embargo, la figura masculina cercana como herramienta de acceso al mundo social del arte tuvo, en ocasiones, algunos percances; éste fue el caso de Margaret Keane. Margaret fue una gran pintora estadounidense del siglo XX que, debido a la condición de la mujer y aconsejada por su marido, firmaba con el apellido que recibió de éste: Keane. Lo que comenzó siendo algo sin importancia, alcanzó niveles mayores con la popularidad de las obras “Keane” y la grave situación derivada por la cual Walter reclamaba la autoridad de dichas obras. Finalmente, la problemática se sometió a proceso legal, y acabó cuando Margaret retó a su marido a pintar ambos una obra en directo y Walter no se presentó en el juzgado – confirmando lo obvio. Casos como éste en los que la mujer ha eclipsado el trabajo del hombre se han dado en incontables ocasiones; Frida Kahlo, por ejemplo, pasó de ser la amante del célebre Diego Rivera, a un icono de feminismo a nivel mundial. Historias como ésta, lejos de descalificar al hombre, sirven para reafirmar la validez y el potencial de la mujer… una vez más.

Artemisia Gentileschi
 
Margaret Keane
 
Frida Kahlo
 
 

viernes, 22 de abril de 2016

Deporte

Pierre de Coubertin, el “padre de los Juegos Olímpicos”, dijo sobre la participación de la mujer en el deporte: “Quizás las mujeres se darán cuenta, rápidamente, de que esta tentativa no beneficia ni a su encanto ni a su salud. Sin embargo, lo que sí tiene interés es que la esposa participe con amplitud en los placeres deportivos de su marido, e incluso que dirija de forma inteligente la educación deportiva de sus hijos. Una Olimpiada femenina sería impracticable, antiestésica e incorrecta”. Personalmente opino que Coubertin debería darse un paseo por las próximas olimpiadas y quizás se replantee lo que aquel día dijo.
Las primeras olimpiadas con participación femenina se dieron en 1900 en París, pero la competición de mujeres se desarrolló de modo extra-oficial. No fue hasta 1920, en las olimpiadas celebradas en Amberes, cuando el género femenino por fin compitió oficial y dignamente. Otra fecha clave fue México 1968, cuando una mujer – Enriqueta Basilio – fue la primera de su género en encender la antorcha. Desde entonces, la figura de la mujer en el mundo del deporte ha avanzado a pasos agigantados; esto no quiere decir que antes ellas no practicaran deporte, pero sin duda los estereotipos no facilitaron el desarrollo.
Actualmente existen aproximadamente 10 deportes olímpicos de participación exclusivamente femenina (entre los que se encuentran la natación sincronizada, la gimnasia rítmica o el heptatlón), frente a los aproximadamente 30 masculinos (como el decatlón, béisbol, boxeo…). Esta diferencia debe ser considerada representativa del camino que aún queda por recorrer; pero no sólo en la participación en competiciones, también en el sistema de financiación y subvención tanto pública como privada existe este machismo.
La lucha por el feminismo en el mundo del deporte se ha desarrollado de la mano de mujeres excelentes de procedencias diversas. Desde la rumana Nadia Comaneci (con su perfecto 10) hasta la contemporánea Annika Sörenstam (primera golfista en competir con hombres), pasando por la americana Lucy Harris (única mujer hasta la fecha en ser reclutada por la NBA) o Larisa Latynina (deportista con más medallas olímpicas – 18 – del mundo), todas ellas han sido excelentes muestras del potencial deportivo femenino que existe hoy y siempre ha existido; potencial que se debe seguir cultivando hasta conseguir la verdadera igualdad en uno de los sectores más importantes a nivel global.
 



Enriqueta Basilio
 
Nadia Comaneci
 
Annika Sörenstam
 
 
 
 

domingo, 10 de abril de 2016

Política

Actualmente existe, en el mundo, un fifty-fifty  de hombre y mujeres. Siguiendo esta regla de tres, obtenemos que hay, aproximadamente, 3700 millones de mujeres sobre la faz de la tierra. Si nos pusiéramos reivindicativos, esto significaría que la mitad de la representación política a nivel global debería ser de género femenino, pero la realidad es que las cifras ni se aproximan a tal porcentaje. En el último análisis de 2015, el porcentaje de representación femenina en los parlamentos se había duplicado desde 1995, lo cual significa que, aunque vamos por un camino favorable a la igualdad de género, aún quedan muchos kilómetros por recorrer. En dicha fecha, tan sólo 11 mujeres eran jefas de Estado, y 10 jefas de Gobierno. La primera mujer en ocupar el cargo de presidenta de Gobierno fue Sirimavo Bandaranaike, dirigente del partido de la Libertad en Sri Lanka, en 1960; entró en el mundo de la política un año antes de esa fecha, cuando su marido – el entonces primer ministro – falleció, y se mantuvo en la presidencia dos legislaturas más. En otros países, la evolución de las mujeres en el mundo de la política ha requerido mucha más paciencia. EEUU dio un gran paso hacia la justicia democrática hace unos años con su primer presidente negro, y próximamente podría volver a hacer historia si una de las mejores figuras de la carrera hacia la presidencia, Hillary Clinton, ganara las elecciones – convirtiéndose en la primera presidenta de los Estados Unidos de América. En el caso de España, a día de hoy el presidente del Gobierno es un hombre, y también ha sido siempre así. En cuanto a las presidencias autonómicas, la primera mujer en ocupar tal cargo fue la socialista María Antonia Martínez García, en la Región de Murcia. En el Gobierno actual, cuatro mujeres ocupan puestos de tal categoría: Cristina Cifuentes (Comunidad de Madrid), Susana Díaz (Junta de Andalucía), Francina Armengol (Islas Baleares) y Uxue Barkos (Comunidad Foral de Navarra). Afortunadamente, grandes organizaciones a nivel global son perfectamente conscientes de la desigualdad de género existente en la representación política y democrática, y cada  vez más realizan campañas y acciones que incitan a la participación ciudadana (de mujeres y hombres) en esta lucha esencial. La ONU, por su parte, establece cuatro prácticas fundamentales para asegurar la victoria frente al machismo político: asegurar que las elecciones tanto locales como nacionales sean imparciales y de libre acceso para las mujeres, apoyar a las organizaciones de la sociedad civil de mujeres a fin de promover los intereses de la mujer, fomentar en las instituciones públicas la rendición de cuentas en cuanto a la vigencia de los derechos de la mujer y apoyar a las mujeres líderes políticos a fin de ampliar su influencia.


Sirimavo Bandaranaike
 
Hillary Clinton
 
Cristina Cifuentes
 



domingo, 3 de abril de 2016

Gastronomía


Si ahora mismo me preguntaran quién es el mejor cocinero del mundo, lo pasaría mal escogiendo entre las mujeres de mi familia. Esto, siendo un gran cumplido para todas, es también un buen ejemplo de la concepción del género femenino que se tiene desde hace miles de años –literalmente, desde que surgió la raza humana. Sin comerlo ni beberlo, las mujeres  fueron arrinconadas en un mundo de “kinder, küche, kirche” en el que sin duda han destacado positivamente en el ámbito familiar; pero es cuando la gastronomía toma una nueva dimensión que la mujer, “jugando en casa”, se encuentra de repente “sentada en el banquillo”. Dada mi más sincera ignorancia en el mundo de la cocina, me lancé a descubrir todo lo que pudiera sobre el mundo de la gastronomía a escala global, y el lugar que como mujeres ocupamos en él. Para empezar, me sorprendió descubrir que en las listas de los 10 mejores chefs del mundo no se encuentra ni una identidad femenina, de forma que la única manera que tenemos de ocupar los altos puestos es, irónicamente, estableciendo un ranquin propio. Fuera de estas selecciones, los premios más reconocidos en el mundo culinario son las conocidas “estrellas Michelín”. Esta clasificación de restaurantes nació en la década de 1920, pero no fue hasta 1933 cuando una mujer por fin fue galardonada con la máxima puntuación (tres estrellas). Ella fue Eugénie Brazier, también conocida como “la mère Brazier”. Nacida en Lyon, desarrolló su carrera gastronómica en esa zona, siempre ofreciendo una carta basada en los platos de la tierra al más puro estilo y sabor francés. La clave de su éxito fue sin duda la constancia y la disciplina, características que aún recuerda su mejor alumno: el gran chef Paul Bocuse, creador de la “nouvelle cuisine”. En cuanto a la actualidad, tengo que admitir que sí considero que se han dado avances; avances que han hecho posible que algunas chefs femeninas puedan brillar detrás y delante de los fogones (y de las cámaras). Hoy por hoy, la número uno del mundo es la catalana Carme Ruscalleda, la única mujer del mundo en poseer siete estrellas Michelín. Rodeada de apoyo masculino y triunfadora donde las haya, no tiene ningún problema en afirmar que el reconocimiento repentino y carrera en sprint hacia el éxito que han recibido muchos hombres en el mundo de la gastronomía, está muy lejos de poder producirse con mujeres – por la triste concepción que aún existe. Otra estrella femenina del panorama mundial es la francesa Anne-Sophie Pic, la chef más joven en conseguir 3 estrellas Michelín. Con sólo 36 años, su formación inmejorable y su feminidad se ven plasmadas, según dicen, en cada plato que hace. Al igual que Ruscalleda, realiza una crítica feminista al referirse al trabajo que se lleva a cabo detrás de los fogones; lugar donde dice, sin duda, hay muchas más mujeres de las que se reconocen.
Eugénie Brazier

Carme Ruscalleda
 
Anne-Sophie Pic
 

 

martes, 15 de marzo de 2016

"Feminismo hasta en la sopa"

“Feminismo hasta en la sopa” es un blog en el que pretendo representar la realidad sobre la igualdad de género en la actualidad, en cada uno de los diferentes sectores que conforman  el mundo hoy en día, y en los que la mujer está más o menos implicada. “Feminista” parece ser, según muchos (dejemos aparte el tono que emplean al decirlo), uno de los adjetivos que definen este siglo. Sin embargo, semana a semana espero poder desmentir esta creencia y así demostrar que la mujer, aunque ha logrado abrirse paso en los últimos tiempos, está muy lejos de ocupar el lugar que merece en esta sociedad. Desde la gastronomía hasta el deporte, pasando inevitablemente por la política, iré analizando los porcentajes de implicación femenina en cada uno de ellos, incitando a la reflexión y al ansia de cambio. Necesario.